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Paralelo Colectivo
Realizado en: 2016
Ubicación: Maipú, Buenos Aires, Argentina
REMINISCENCIA | Vivienda de Fin de Semana
Un deseo por regresar a la esencia de la existencia del ser de una forma austera y consciente, sin ataduras a vicios de la contemporaneidad, por eso este proyecto también debía actuar como un contenedor de vivencias que eventualmente actuaría como un transformador de la realidad coyuntural o mejor, una máquina transportadora a múltiples tiempos históricos diferentes y a todos ellos a la vez.
Reminiscencia
‘Reminiscencia’ es un proyecto que intenta ser la expresión de una sumatoria de recuerdos, experiencias y contextualización histórico|cultural sobre la vida en la ciudad bonaerense de Maipú.
Uno de los desafíos residía en cómo implantar el hecho arquitectónico en la planicie extrema de nuestra llanura pampeana, con su fuerza y contundencia espacial que finaliza siempre en un horizonte eterno, solo interrumpido por exentas copas de árboles furtivos.
Leopoldo Marechal en su literatura realiza un gran esfuerzo por como él mismo decía “añadir provincias al ser”, habla del sur, pero no del sur lejano, sino del sur cercano que se representa en los propios límites de la provincia de Buenos Aires. Elige a la ciudad de Maipú para crear un mundo que coquetea con lo mitológico, buscando con esto la invención de espacios poéticos fundantes, generadores de sentido, desde donde anclar nuestra historia reciente. Tal vez las reminiscencias sensoriales de las cuales hablamos para fundamentar el proyecto también estén atadas casi inseparables a este mundo creado en la poética de Marechal.
Concretamente lo que estamos hablando se plasma en una vivienda, una vivienda temporal, de fin de semana. Una vivienda que va a funcionar como escape cotidiano de una realidad más agobiante que plantea la gran ciudad.
En el ‘Adán Buenos Ayres’ se recurre a Maipú como la edad de oro perdida. Desde allí le darán sentido personajes mitológicos, héroes mixtos entre griegos y mapuches, la reivindicación del gaucho como arquetipo nacional siempre desterrado de su lugar de origen y época de gloria.
La reinterpretación de toda esta información que debía transformarse en espacio vivo o vivible, debía ser para estos personajes, al menos para uno de ellos y eventualmente para todos a la vez.
El espacio compuesto como una secuencia de pseudo-situaciones cotidianas, que intentan complementarse, a riesgo de repetirse. Y una dialéctica permanente entre ‘refugio’ y ‘atalaya’. Me resguardo en mi refugio, o cuento con mi lugar de observación y conquista visual de mi entorno circundante.
Una puja entre la cueva y la cabaña que nunca acaba por resolverse, está presente aquel debate que Alberto Campo Baeza desarrollaría poniendo a la arquitectura interpelada desde lo tectónico o lo estereotómico.
Por sobre todo esto también existían como premisas del proyecto, anclajes de tipo ideológico inevitables, un deseo inexpugnable de posicionarse del lado del conquistado y no del conquistador, del malón y no de la campaña al desierto.
Un deseo por regresar a la esencia de la existencia del ser de una forma austera y consciente, sin ataduras a vicios de la contemporaneidad, por eso este proyecto también debía actuar como un contenedor de vivencias que eventualmente actuaría como un transformador de la realidad coyuntural o mejor, una máquina transportadora a múltiples tiempos históricos diferentes y a todos ellos a la vez. Interpelando el presente desde una perspectiva histórica que antepone siempre lo popular, lo nacional ante lo impuesto y lo extranjero.
Siempre con lo mínimo, lo necesario, sin grandilocuencia pero con una atención excesiva al detalle que terminaría por resolver de manera contundente todas estas intenciones precedentes.
El proyecto se materializa en un vagón rectangular de chapa, contenedor total de la estructura espacial, que por dentro será variable según el caso. Una secuencia de patios y espacios intermedios contienen al interior del exterior, pero al mismo tiempo dejan contemplar el entorno.
La planta se estructura por la existencia de dos patios principales. Uno de ellos es de ingreso, transición y articulador del módulo social y el módulo privado, al mismo tiempo conector del eje mayor desde el cual se anclan el aljibe en un extremo, y el fogón en otro; el otro patio es de uso más privado y sirve de expansión al área social de la vivienda, contiene la parrilla y una mesa fija apoyada sobre un vano en el muro oeste que enmarca la visual. Estos patios se conectan por un fuelle/pasillo semi cubierto, que resume esta dialéctica permanente que existe en el proyecto de indefinición sobre cuándo es interior y cuándo exterior.
La piel de chapa que hace de envolvente total, por momentos es llena y por momentos es vacía, es fija y se mueve. Intenta conectarse con la identidad del lugar, la memoria de los viejos galpones del tren, la estación, escuelas rurales que forman parte del patrimonio arquitectónico e histórico de la ciudad. La cubierta cierra el volumen intentando ser una mono forma, solo se vacía en el punto exacto donde se quiere apreciar el cielo desde el interior.